lunes, 10 de octubre de 2011

material didactico educativo






El material didáctico y los recursos usados en la educación

La mejor forma que tiene un profesor de acceder al alumno, es mediante la educación. Para eso, es necesario que el profesor cuente con todo tipo de material didáctico y recursos necesarios para acceder a estos materiales, como por ejemplo saber usar cd interactivos que por una parte podrá alivianarle el trabajo y por otra, hacer de su trabajo algo más divertido para sus alumnos. Así como también existen programas de televisión educativa que los mismos profesores pueden recomendar a sus alumnos. Así como la tecnología avanza y el material educativo se ha vuelto casi multimedia, es necesario también capacitar a los profesores para que vayan siempre a la par con los adelantos tecnológicos y sepan usar estos al bien de la educación.

El material didáctico como recurso educativo

La actividad del maestro, es decir, la enseñanza, se considera como una actividad de mediación entre la cultura, en su sentido más amplio, representada en el currículo, y el alumno. Por tanto, el maestro, a través de la actividad de la enseñanza, ha de facilitar el aprendizaje del alumno, para lo cual dispone de diferentes elementos, medios o recursos, de los que se ayuda para hacer posible su labor de mediación cultural. Esas ayudas del material didáctico es todo aquel objeto artificial o natural que produzca un aprendizaje significativo en el alumno. Teniendo en cuenta que cualquier material puede utilizarse, en determinadas circunstancias, como recurso para facilitar procesos de enseñanza y aprendizaje (por ejemplo, con unas piedras podemos trabajar las nociones de mayor y menor con los alumnos de preescolar), pero tenemos que considerar que no todos los materiales que se utilizan en educación han sido creados con una intencionalidad didáctica, distinguimos los conceptos de medio didáctico y recurso educativo. Los materiales didácticos son usados para apoyar el desarrollo de niños y niñas en aspectos relacionados con el pensamiento, el lenguaje oral y escrito, la imaginación, la socialización, el mejor conocimiento de sí mismo y de los demás, los materiales didácticos han ido cobrando una creciente importancia en la educación contemporánea. Las memorizaciones forzadas y las amenazas físicas dejaron de ser métodos viables hace mucho tiempo, dando paso a la estimulación de los sentidos y la imaginación.

Ejercicios para niños


Los tres elementos del estado físico
Si alguna vez observó a los niños en un área de juegos, seguramente habrá visto los tres elementos del estado físico en acción cuando:

1. corren para alejarse del niño que tiene "la mancha" (resistencia)
2. atraviesan las barras para trepar (fuerza)
3. se agachan para amarrarse los cordones (flexibilidad)
Los padres deben alentar a sus hijos a realizar varias actividades para que puedan poner en práctica los tres elementos.

La resistencia se adquiere cuando los niños realizan actividades aeróbicas con regularidad. Durante el ejercicio aeróbico, el corazón late más rápido y la persona respira con mayor intensidad. Cuando se practica de forma regular y con continuidad, la actividad aeróbica fortalece el corazón y mejora la habilidad del cuerpo de enviar oxígeno a todas las células.

El ejercicio aeróbico puede ser divertido tanto para adultos como para niños. Algunos ejemplos de actividades aeróbicas:

baloncesto
ciclismo
patinaje sobre hielo
patinaje en línea
fútbol
natación
tenis
caminar
trotar
correr
Aumentar la fuerza no significa levantar pesas. Aunque para algunos niños levantar pesas puede ser beneficioso, esta actividad se debe realizar bajo la supervisión de un adulto con experiencia que trabaje junto con ellos.

Sin embargo, la mayoría de los niños no necesita un programa de entrenamiento formal en levantamiento de pesas para aumentar la fuerza. Los distintos tipos de flexiones de brazos, las flexiones abdominales y otros ejercicios ayudan a tonificar y fortalecer los músculos. Los niños también incorporan actividades de fuerza en sus juegos cuando trepan, se paran de manos o juegan a la lucha.

Los ejercicios de elongación ayudan a mejorar la flexibilidad, lo cual facilita la flexión y el movimiento total de los músculos y las articulaciones. Todos los días, los niños buscan oportunidades de elongación cuando se estiran para alcanzar un juguete, se abren completamente de piernas o juegan a la carretilla.

¿Sera nuestros niños felises?


Dicen los expertos que la infancia es la etapa más feliz de la vida; sin embargo hay muchas realidades que hacen a niños infelices.

Los niños, en principio estás más predispuestos a la felicidad que los adultos. La felicidad no es innata. Se compone, según Martin Seligman, padre de la psicología positiva, de tres factores: predisposición biológica (los genes nos inducen entre un 25% y un 50% a ser optimista o pesimista), circunstancias vitales y control de la voluntad.

Lograr que un niño sea feliz no es una tarea que requiera grandes esfuerzos; los principales ingredientes es hacerlos sentirse queridos y necesarios, potenciando sus capacidades, su personalidad y no sus carencias, en una ambiente seguro, confortable y disciplinado.

Por otro lado no todo debe ser color de rosa. Tienen que aprender que para conseguir cosas hay que esforzarse, enseñarles a superar las adversidades con éxito es una fórmula para aumentar su autoestima. Los amigos y los juegos son ingredientes gratis para ayudarles a crecer y ser feliz.

Los padres muchas veces nos hacemos la pregunta: ¿Será feliz nuestro hijo?


Hasta los dos años un bebé que sonríe, que es activo, explora su medio y tiene buena salud, es un bebé feliz. A esta edad le dan miedos los extraños y no quiere separarse de sus padres. Necesita figuras de apego que le proporcionen seguridad y bienestar.

Entre los dos y seis años un niño que es feliz a esta edad, ríe a menudo, siente curiosidad por su entorno, quiere comunicarse y relacionarse y tiene capacidad de autodominio. Necesita cariño, pero también límites.

De los seis a los doce años tiene una idea más elaborada de sí mismo y de su entorno. Le gusta divertirse y aprender, sentirse respectado, querido y escuchado. Un niño feliz sabe tolerar las frustraciones, tiene un autoestima alta, no presenta problemas de comportamientos, va bien en clase y le gusta tener amigos.

Estímulos contra la indiferencia


Es importante que los hijos se den cuenta de que su rendimiento les importa a sus padres. Son vitales las felicitaciones.
"Hay adolescentes que reclaman por esto diciendo: "Si me saco un 6,8 en vez de felicitarme me preguntan en qué me equivoqué" , cuenta el psicólogo.
Hay padres que proponen recompensas por ir superando notas. "El procedimiento debe ser adecuadamente establecido ya que muchas veces puede viciarse y transformarse en un exigente cobro por las buenas notas o un pago, monetario o no, por cumplir con deberes", advierte el especialista.
Lo más importante es el que niño entienda que su aprendizaje es importante, así como él para sus padres. Preocúpese de conocerlo en detalle, sus hobby, sus intereses, que no le gusta y por qué. Todo a través del diálogo fluido y cotidiano. Si los hace adecuadamente, su hijo prestará más atención en clase (sabe que usted se va interesar) y mejorará su capacidad para expresarse. Notará cambios.
Lo que tiene que tener claro es que si su esfuerzo para que estudien termina en una batalla cotidiana es porque algo está haciendo mal.

Castigos inutiles.


Castigos inútiles
Cuando las palabras se agotan y no se ven resultados, la mayoría de los padres opta por los castigos, pero ¿son eficaces? "Muchos métodos punitivos son ineficaces", afirma Fabio Sáenz. "Padres que castigan a sus hijos con horas extras de estudio o los obligan a estudiar si les va mal en una prueba. O colegios que castigan a sus alumnos dejándolos más tiempo que los demás haciendo tareas. Todas son estrategias que no contribuyen a motivar el estudio sino todo lo contrario", sentencia.
Para el experto, lo importante es conocer la capacidad de estudio de los hijos. En ese sentido no es recomendable sobre exigirlos -cuando sus capacidades están al límite- ni sub exigirlos cuando están fracasando, pero claramente pueden rendir más.
En ese sentido se debe diferenciar entre motivar a un hijo al que le cuesta bastante y tiene malas notas, y motivar a uno que no le cuesta y tiene buenas notas.
En ambos casos, sin embargo, ideal es llegar a un acuerdo con el menor sobre lo que se espera de su rendimiento en el colegio. Si no lo puede lograr es necesario explorar cuáles son las razones: desmotivación, problemas de aprendizaje, de salud mental, familiares, de relaciones sociales, etc. Muchas veces es necesario consultar a un especialista en adolescentes.
No hay una manera única de motivarlo. A algunos les puede servir proponerles refuerzos si mantienen el rendimiento o acordar qué consecuencias tendrá si no logran el rendimiento que acordaron con sus padres. Lo importante aquí es fomentar la progresiva autonomía de los hijos en el estudio.
Los niños son mucho más dependientes de los padres que los adolescentes. Es esperable que un adolescente pueda asumir sus responsabilidades académicas sin la supervisión de sus progenitores. Si no resulta esta entrega de autonomía es necesario preguntarse si el problema está en el hijo, los padres, ambos y si es necesario consultar.

motivar el estudio en los estudiantes.

GUÍA PRÁCTICA PARA MOTIVAR EL ESTUDIO EN LOS ESCOLARES
Si los castiga con horas extra de estudio, intenta ser su profesor particular en el escaso tiempo que pasa junto a ellos o convierte en una guerra diaria su afán porque estudien, sepa que lo está haciendo mal. Lo mejor es evaluar con su hijo o hija las razones del desgano y las bajas notas, buscar soluciones en conjunto y llegar a acuerdos sobre las consecuencias y beneficios de mejorar sus calificaciones.


Muchos padres confunden el motivar a sus hijos con estudiar junto a ellos, revisarles todos los días los cuadernos, tomarles la lección, hacerles pruebas de ensayo, etc, etc, etc. Una rutina que generalmente se transforma en discusiones, sobre todo cuando se trata de escolares con bajas notas.
Sin embargo, para motivar a los alumnos los especialistas creen que no sólo basta con estos esfuerzos. Los extensa jornada escolar de los niños y el extenuante día de los padres dan mayoritariamente un resultado: estudiantes que pasan prácticamente todo el día en el colegio y que llegan cansados a sus hogares, más padres que trabajan demasiado y que arriban a sus casas sin ganas de laborar más.
"Y es justamente en ese momento en que comienza el ritual del chequeo escolar ¿Cómo te fue, te dieron tareas, las hiciste, tienes pruebas, estudiaste, muéstrame la libreta?", dice el psicólogo Fabio Sáenz, especialista de la corporación sin fines de lucro Ser Joven de Lo Barnechea, que reúne a especialistas que entregan atención de salud a jóvenes de escasos recursos de entre 10 y 19 años de esa comuna.
Sáenz dice que es en ese momento -sobre todo con escolares de bajo rendimiento- que los padres intentan convertirse en profesores particulares o en los inspectores de sus hijos, "labor para la que -generalmente- no están capacitados, incluso los que son profesores", diagnostica.
El psicólogo estima que es en los colegios donde este tipo de tareas deben ser resueltas, ya que los jóvenes tienen tiempo de sobra y porque allí están los profesionales adecuados. "Muchos tienen horas para estudiar y hacer tareas dentro de la jornada escolar, supervisados por un "profesor de verdad, lo que en muchos casos mejora la calidad del poco tiempo que los padres pasan con sus hijos durante la semana". Ello no indica -bajo ningún punto de vista- que los padres se desliguen de la educación de sus hijos, advierte Sáenz.
De hecho la mejor forma para motivar a su retoño es saber justamente por qué tiene malas notas y por qué no quiere estudiar. Y para ello debe conocerlo (ver infografía).

bulliyng



El acoso escolar (también conocido como hostigamiento escolar, matonaje escolar o por su término inglés bullying) es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional y se da mayoritariamente en el aula y patio de los centros escolares. Los protagonistas de los casos de acoso escolar suelen ser niños y niñas en proceso de entrada en la adolescencia (12-13 años), siendo ligeramente mayor el porcentaje de niñas en el perfil de víctimas.
El acoso escolar es una forma característica y extrema de violencia escolar.
El acoso escolar es una especie de tortura, metódica y sistemática, en la que el agresor sume a la víctima, a menudo con el silencio, la indiferencia o la complicidad de otros compañeros.
Este tipo de violencia escolar se caracteriza, por tanto, por una reiteración encaminada a conseguir la intimidación de la víctima, implicando un abuso de poder en tanto que es ejercida por un agresor más fuerte (ya sea esta fortaleza real o percibida subjetivamente) que aquella. El sujeto maltratado queda, así, expuesto física y emocionalmente ante el sujeto maltratador, generándose como consecuencia una serie de secuelas psicológicas (aunque estas no formen parte del diagnóstico); es común que el acosado viva aterrorizado con la idea de asistir a la escuela y que se muestre muy nervioso, triste y solitario en su vida cotidiana. En algunos casos, la dureza de la situación puede acarrear pensamientos sobre el suicidio e incluso su materialización, consecuencias propias del hostigamiento hacia las personas sin limitación de edad.